Anna y Jorge son de ese tipo de personas capaces de sacudir tu vida. Al principio es imperceptible y casi sin darte cuenta consiguen que te sientas mejor. Son sencillos y de mirada sincera, algo realmente escaso hoy en día. Desde el primer momento tuve claro que las fotos debían mostrar ese carácter.
Esta boda ha sido diferente en muchos sentidos. Una novia preparada con hora y media de antelación no es lo más habitual, aunque con un poco de ayuda consiguió llegar cinco minutos tarde al altar; ese leve retraso que tanto atraganta a los novios. Una ceremonia preciosa, cuidada al detalle y tan diferente del habitual peaje previo al banquete en el que suele convertirse el paso por la iglesia.
Pero sobretodo me sorprendió la forma en que Anna y Jorge involucraron a todo el mundo en su boda. Supongo que ese día todos los invitados sufrieron esa sacudida de la que antes os hablaba.